El bullying en entornos digitales va en aumento y tiene consecuencias psicológicas tan graves como el acoso escolar. ¿Como se puede detectar y ayudar a una víctima?
Para los alumnos que sufren acoso escolar, la vuelta a las aulas es un motivo de preocupación. Sin embargo, el acoso no sólo sucede en el entorno de los centros educativos, sino cada vez más también en el ámbito digital. Esta variante del bullying, conocida como ciberbullying, se define como el acoso de una o varias personas hacia un igual (normalmente un compañero de escuela) a través de medios digitales. Este acoso puede incluir mensajes molestos y no deseados, amenazas, humillaciones y abusos.
El ciberbullying tiene algunos rasgos propios respecto al bullying tradicional:
Algunas formas de ciberbullying son las siguientes:
Para prevenir el ciberbullying, es necesario prestar atención a los medios digitales que utiliza un hijo o hija adolescente; si se sospecha, hay que hacer que se sienta escuchado y pedirle que, ante un episodio de acoso, lo comunique de inmediato. Muchos jóvenes que sufren bullying no lo dicen por sentimientos de vergüenza o culpabilidad o por miedo, pero pueden mostrar señales:
Si se detecta un caso de acoso o ciberbullying en el centro educativo, es importante comunicarlo a los profesores de la escuela y buscar ayuda profesional. Cada escuela tiene un protocolo de actuación ante las situaciones de bullying, por lo que es importante que la dirección del centro intervenga. Si el agresor o agresores no son del mismo centro, se puede considerar la denuncia. Muchos niños y adolescentes que sufren bullying desarrollan trastornos de salud mental a largo plazo, por el que la asistencia preventiva y la terapia son esenciales.
Desde casa se pueden aplicar algunas medidas, como dialogar y escuchar al hijo o hija que sufre acoso, enseñarle a denunciar perfiles en las redes sociales, reforzar su autoestima, cuidar su privacidad (decirle que no comparta información personal), buscar atención individualizada por parte de la escuela y de psicólogos y guardar las pruebas del acoso por si fuera necesario denunciar al agresor.
Si se descubre que un hijo o hija está acosando un compañero o compañera, hay que confrontarlo y hacerle reflexionar. Sin embargo, los agresores a menudo presentan trastornos de conducta, tales como Trastorno Negativista Desafiante (TNA) o trastorno disocial. La intervención profesional de un psicólogo es necesaria para corregir los patrones de conducta desadaptativos.
Referencias
Recursos para prevenir el ciberacoso en la vuelta a las aulas