El próximo 14 de febrero se celebra San Valentín, patrón de las personas enamoradas, y desde Amalgama7 se ha querido poner el foco en las relaciones que se generan en edad temprana y con tendencia a la toxicidad, y que, desgraciadamente son mucho más frecuentes de lo que se visibiliza. Jordi Royo director clínico de Amalgama7 y doctor en psicología especializado en jóvenes y adolescentes, explica qué condiciones reúnen las parejas tóxicas, qué signos indican que nuestro hijo o hija está inmerso en una mala relación y qué se debe hacer ante la mínima sospecha de adolescentes que están viviendo una relación equivocada pensando que es un amor idílico.
‘Los amores adolescentes suelen ser vividos con tal intensidad que en muchos casos se confunde el amor con la dependencia, la confianza con el control extremo, la intimidad con el aislamiento, o la diversión con consumos poco apropiados. Esta intensidad emocional se debe a que es, en esta etapa, donde descubren su propia identidad personal, definen la personalidad, y se impulsan en la búsqueda constante de la madurez, desde su propia inmadurez, dado que se encuentran en un periodo de transición constante. El cerebro de un adolescente aún está en desarrollo, no está completamente maduro, el lóbulo frontal encargado de la función del juicio, que permite pensar antes de actuar, juzgar las situaciones y tomar decisiones adecuadas, es la última parte del cerebro que se desarrolla.’ Explica Jordi Royo Isach.
Los especialistas denominan relación tóxica aquella en la que existen dinámicas dañinas de uno hacia otro o recíprocamente. Estas relaciones tienen siempre un denominador común: la dependencia emocional de un miembro de la pareja hacia el otro, y estos roles que suelen ser el de sumiso y el de dominante, pueden intercambiarse en el transcurso de la relación. Cuando la relación se hace crónica es normal ver ya un patrón de dominador y dominado, donde el primero somete según su voluntad a la otra persona, que es incapaz de alejarse de la persona que le provoca consecuencias negativas.
El doctor Jordi Royo explica que: ‘En primer lugar: la inmadurez. Muchos adolescentes empiezan relaciones de pareja para hacer una incursión más rápida en la sociedad adulta. El mundo está hecho en su gran mayoría para vivirlo en pareja, y este ímpetu por querer avanzar se vive desde la propia inmadurez. Otro factor de riesgo que en muchas ocasiones vemos en este tipo de relaciones, son los consumos de sustancias poco apropiadas: alcohol, cannabis, cocaína… estos hechos sumados a la ‘normalización’ que las redes sociales y ciertos programas de televisión han hecho de actitudes sumamente tóxicas, provocan un coctel que en ocasiones pueden llegar a confundir al adolescente sobre qué comportamientos son correctos y cuáles son perjudiciales dentro de una pareja’.
Cuando el/la adolescente está sumergida en una mala relación y su rol en ella es el de sumisión, pueden verse una serie de señales que pueden advertir al progenitor que su adolescente no está viviendo un buen momento. En primer lugar, se encuentra el aislamiento; deja de lado a amigos, familiares, ya no le interesan las actividades grupales, no queda con sus amistades y solo se relaciona con su pareja; disminución en el rendimiento académico; el/la adolescente no tiene ganas de estudiar, ni de superarse, ni de motivarse; cambios bruscos de humor que suelen acentuarse en el núcleo familiar con momentos de llantos, de rabia y de irascibilidad; desmotivación general y desilusión crónica, nada le hace ilusión, no vive su futuro cercano con ilusión, no planea nada, no realiza nada que le provoque bienestar; aumento de pantallismo, especialmente el uso del móvil que es principalmente el medio de comunicación de los adolescentes y donde la pareja puede dar rienda suelta a batallas infinitas, cambios en su forma de vestir, que indican que han sido amonestados por la pareja por llevar un tipo de ropa determinado y agresiones físicas en forma de marcas en el cuerpo como moratones, rasguños, heridas… En cuanto a los signos que pueden dar pistas cuando la pareja está en presencia de otros, estos pueden ser: las malas contestaciones que incluyen faltas de respeto de un miembro hacia otro, el menosprecio ante cualquier situación, donde en vez de dar valor a la pareja se le resta, …
Para tener más seguridad sobre si se está viviendo una relación no saludable, es importante mantener una conversación fluida con el adolescente, e ir sacando información sobre el rol que este está desempeñando dentro de la pareja. Y uno de los puntos clave son los celos.
Los celos que presentan una ruptura del equilibrio emocional forman parte en este tipo de relaciones como una muestra irrefutable de amor, cuantos más celos se tienen es porque más teme a perder a la persona, y, por ende, más de ama a la pareja.
Los celos obsesivos, sin duda un denominador común, en la gran mayoría de las relaciones tóxicas, provocan acciones de un control maníaco como controlar la indumentaria de la pareja, exigir la contraseña del teléfono para acceder a toda su información y, por lo tanto, espiar el móvil de la pareja, seguir a la pareja para cerciorarse que no le engaña, requerir todos los movimientos de la persona, agredir a la pareja, chantajear…
LO QUE NO SE DEBE NORMALIZAR JAMÁS EN UNA RELACIÓN SENTIMENTAL ES:
¿Qué se puede hacer ante una situación de relación tóxica entre adolescentes?
Desgraciadamente, la experiencia suele decir que la persona que está inmersa en este tipo de relación raramente es consciente de la gravedad que está viviendo, por ello el entorno de la persona, la red de apoyo que la rodea como amigos, familiares, compañeros…, presten atención a los signos tóxicos que muestre y pedir ayuda de inmediato a algún profesional para poder frenar lo antes posible las actitudes tóxicas.
Si necesitas ayuda, puedes ponerte en CONTACTO con nosotros.
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